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Dejaré mi tierra por tí

Dejaré mi alma y me iré… seguiré alentando hasta el fin y con la banda partiré... canta la barra al ritmo de Un beso y una flor porque como dijo Eduardo Galeano en El fútbol a sol y sombra, “jugar sin hinchada es como bailar sin música” y a la hinchada roja no nos importa 7.000 kms con tal de verte jugar.


Medellín, 16 de Mayo 2017.


Se abren las puertas del metro. La estación Estadio es anunciada por una dulce voz femenina en los altoparlantes. Desde las escalas de la estación, se logra ver la marea roja de hinchas con la ilusión de comenzar a sellar la clasificación a octavos de final. Mientras bajo con mi primo Juan José al lado, nos comenzamos a entonar a la par con la hinchada “Dalee Dalee Medellín, hoy te he venido alentar...”


En el obelisco, no aquel monumento histórico de la ciudad de Buenos Aires, sino el pequeño Shopping que hay al lado norte del estadio Atanasio Girardot, nos están esperando Jefry, Mesa, Alejo y Jhon para parcharla, tomar unas cervecitas, unos tragos de guaro (Aguardiente) y luego entrar juntos a la Rexixtenxia Norte.


“Parcerito, me va a colaborar pa´ la boletica o que” me dice uno de los integrantes de La banda Kaminante mientras le doy los últimos sorbos a una cerveza Pilsen, tan helada que traspiraba la botella. Como siempre “le tiro la liga” con mil pesitos que son cerca de 6 pesos argentinos, destacando que esta facción de la hinchada siempre acompaña al equipo tenga o no dinero, incluso viajando escondidos en las mulas o camiones grandes para visitar al Poderoso en ciudades como Cali, Bogotá, Barranquilla o Manizales.


Hoy, el estadio tiene un colorido diferente. En la Avenida Centenario donde siempre nos reunimos los hinchas de Independiente Medellín previo a los partidos, se comienzan a filtrar varias camisetas azules. El rival es Emelec y cerca de mil ecuatorianos han llegado desde Guayaquil para ver al “bombillo”.


Al igual que en la ida en el país vecino, ambas fanaticadas están dando muestra de una bonita relación de amistad que surgió desde años atrás cuando el Poderoso de la Montaña era un constante invitado a la Noche eléctrica, partido de presentación de Emelec previo al comienzo de la temporada.


No lo dudo dos veces, me acerco hacía algunos de ellos para intercambiar manillitas en signo de amistad. Mientras me entrega un brazalete en tonalidades de azul y blanco con el nombre de La Boca del Pozo tejido, Andrés me comenta que tuvieron un viaje tranquilo salvo algunos inconvenientes cuando pasaron por Cali camino a Medallo, donde miembros del Barón Rojo, Barra del América, los esperaban en carretera con machetes para querer robarlos.


Ahora sí nos dirigimos a la popular, luego de la requisa de los tombos, mis oídos empiezan a retumbar. ¡Pon po po pon po po pon! -los tambores-, ¡trrurtututu trrurtututu! – viene los redoblantes-, ¡tururururuuu! -ahora las trompetas-.

En la tribuna, Jhon vende calcomanías y bufandas con el logo de “BLX”, siglas que identifican al combo de Belenxito una de las facciones de la Rexixtenxia Norte y de la cual es líder. Tiene en sus manos las últimas tres boletas de una rifa que está vendiendo para reunir la mayor parte de dinero posible, con la mente obvio, en ver al rojo en el Monumental frente a River Plate.



Buenos Aires, 24 de Mayo 2017.


Recién se comienza a despejar el cielo y Jhon ya pisa tierras gauchas por primera vez. “¡Uy parce tengo el culo cuadrado!” me recriminó con una sonrisa en la cara luego de estar casi un día montado en un autobús desde Asunción. No alcanzó a recoger mucho dinero y el viajar vía avión a Paraguay para luego llegar por carretera a Buenos Aires, fue la mejor opción.


Aún falta un día para vernos cara a cara con el millonario en el monumental. Bufanda roja y azul con el nombre de Belenxito, chaqueta del equipo para el frio de otoño y luego de probar el desayuno argentino con mate cocido, facturas y medialunas, el recorrido de los estadios se da inicio. El colorido de caminito, la boca y la bombonera abren el tour. Un paredón gigante con Juan Román Riquelme haciendo el “topo Gigio” se convierte en un estudio fotográfico mientras suena Grita el pueblo clamoroso, una de las canciones más emblemáticas del equipo Antioqueño, en una de las tiendas al costado de la bombonera.


Avellaneda, despierta el asombro de los no conocedores. El Cilindro y el Libertadores de América tan juntos siendo clásicos rivales dejan boquiabierto a más de uno, que queda anonadado de la cultura futbolera en Argentina. A su vez, aprovechamos que vemos un puesto ambulante de comida, para almorzar un rico choripán argentino cargado de chimichurri y salsa criolla.


El obelisco recibe la reunión de la hinchada para organizar temas de boletería. El “zarco” líder de la barra anuncia que la misma será entregada horas antes del partido. Además, advierte a todas las facciones que entreguen los trapos y banderas a la Banda de Lox Trapox, facción de la hinchada que se encarga del cuidado y logística de estos, incluyendo los robados a otras hinchadas como al Frente Radical Verdiblanco, barra del Deportivo Cali. “Los corrimos visitanteees, los corrimos de locaaal, los robamo’ en carreteraaa, no existe el frente radicaaal” cantamos todos los hinchas mientras se exhibe ese trapo verde de cabeza como un trofeo de guerra.


Fotografía de Álbum propio.

Fotografía de Álbum propio.


La noche se tiñe bien argentina, tomando vino y fernet con coca cola, cantando en el mítico monumento de la ciudad con algunos miembros de la Barra del Matador (hinchada de Tigre), para luego tomarnos un colectivo y seguir el tour de estadios ahora por la cancha de Lanús, Banfield y obvio no podía faltar la del matador de Victoria.


Llegó el día, aquel que muchos esperamos desde el mismo momento del sorteo de los grupos de la Copa Libertadores. El tren de retiro parte con cientos de hinchas hacia Virreyes. Otros se encuentran directamente hospedados en la zona por barristas de Tigre. La plaza cerca al polideportivo es el lugar de acoplo, para salir en caravana con 10 buses hacía el Monumental.


Fotografía de Álbum propio.


La previa, la pintamos con aroma a choripán, Paty, cerveza Quilmes bien helada. Los más argentinizados con su Termidor en mano, otros pocos con aguardientico traído desde Colombia. “Eh amigo vamo a cambiar” nos gritó un loco con una musculosa de Tigre en la mano queriendo la remera del DIM, a lo que Jhon accede.


“¡Súbasee súbasee!” Gritan desde el primer bus donde van todos los líderes, tanto de la Rexixtenxia Norte como de la Barra del Matador. Se anuncia la partida de la caravana al ritmo del cantico “Señores soy hincha del rojo lo llevo en el alma...” mientras muchos nos comenzamos a tomar las ventanas y la puerta de los buses para cantar todo el viaje y exhibir los colores tradicionales del club.


Foto tomada de Cultura DIM.


La logística es pésima. La policía, costumbrada siempre a trasladar la hinchada visitante desde el obelisco a la respectiva cancha, no supo elegir un trayecto fácil para llegar desde el partido de San Fernando a Núñez y nos está dando un paseo bárbaro en el que incluso recién pude conocer el José Amalfitani. Aunque algunos miembros de la barra del matador están acusando de negligencia policial por llevarnos a la “boca del lobo” y entrar por zonas de otras barras para que haya problema.


Por suerte no hay ningún inconveniente, o al menos hasta la llegada a Nuñez donde el tráfico no ayuda y un semáforo en rojo hace que nos crucemos hinchas de ambos equipos. “Para correr al rojo hay que poner más hueeeevo hueeevo, lo que no tiene Cali tampoco los sureeeeños…” cantamos nosotros, mientras un puñado de hinchas con camiseta de la banda nos putean, al mismo tiempo que viene corriendo hacía los buses con la intención de tirarnos piedras, a lo que el “zarco” y otros miembros de la Rexixtenxia, van bajando con las manos empuñadas y preparados para entablar pelea.


Las motos de la policía adelantan rápido para impedir que la situación pase a mayores. “¡Todos arriba!” Gritan los policías, al tiempo que nos arremete contra los buses para luego avanzar dos cuadras más y bajarnos en medio de los gases lacrimógenos. “¡Hijueputas pirobos!” Le grito a los tombos luego que veo a mi hermana con dificultad para respirar por dichos gases.


El coqueto estadio de River se asoma. Luego del paseo que nos dieron los uniformados, la entrega de boletería tiene que ser rápida, ya que estamos sobre la hora del encuentro. Al cruzar el último cordón de seguridad, me crece tanto el nerviosismo que se me pone la piel de gallina. Más de 1200 personas viajaron desde Colombia, para ver al rojo codearse con uno de los más históricos del fútbol argentino, nada más y nada menos que en la casa de la selección albiceleste. Algunos llegamos directo a Buenos Aires, otros duraron aproximadamente 20 días recorriendo todo Sudamérica con poco dinero. Pero lo que si es cierto, es que todos llegamos con la misma ilusión: ¡Ver al Medallo ganar!.


Las escaleras de la tribuna se me hacen eternas, pero esto me importa poco al momento de llegar y ver de frente a Los Borrachos del Tablón cantando mientras los equipos hacen los actos protocolarios. “¡Vaaaamos vaamos vamos Medellín!” Cantamos fuerte mientras del otro lado de la malla llegan los insultos.


“¡Colombiano vende merca!” Nos gritan de un costado mientras Andrés el “mosco” Mosquera anota el segundo tanto para el equipo. “¡Goool golazooo hijueputa!” les restregamos con efusión, al momento que un pedazo de asiento por poco me impacta en la cabeza.


El partido lo ganamos 2 x 1 y con penal atajado incluido por el ídolo David González. A pesar de esto, lastimosamente quedábamos terceros del grupo 3. La derrota días atrás frente a Emelec, sumado a que el “bombillo” goleo en Guayaquil a Melgar, nos envía directamente a Copa Sudamericana.


No obstante, nunca saldrá de mi memoria la victoria sobre el equipo del “muñeco” Gallardo de visitante y mucho menos como mil doscientas voces callaron el monumental al ritmo de “ole oleee, ole olaaa, no tengas mieeedo podes cantaaaar”.




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